Cuando la ansiedad cae en el olvido
Comprensión, Diagnóstico y Enfoques Terapéuticos
Resumen:
La ansiedad es una de las afecciones psicológicas más prevalentes en el mundo, caracterizada por una sensación de temor o preocupación anticipada frente a eventos futuros. A diferencia del miedo, que es una respuesta a una amenaza concreta e inmediata, la ansiedad suele estar relacionada con situaciones abstractas y eventos inciertos (American Psychiatric Association, 2013). Este artículo revisa las características fundamentales de la ansiedad, sus efectos en la salud mental y física, y los enfoques terapéuticos respaldados por evidencia para su tratamiento.
1. Comprensión de la Ansiedad: Naturaleza, Factores, y Síntomas
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una respuesta natural y adaptativa del organismo ante situaciones que percibimos peligrosas o inciertas. Se caracteriza por una sensación de alerta, tensión y preocupación, lo cual puede ser útil en situaciones reales de peligro, pues nos prepara para actuar de manera rápida y eficiente (Bandelow y Michaelis, 2015). Sin embargo, cuando esta respuesta es desproporcionada, constante, o surge sin motivo aparente, puede influir de forma negativa en la vida diaria de la persona y convertirse en una patología, conocida como trastorno de ansiedad (Stein y Sareen, 2017).
Diferencia entre ansiedad como una emoción y ansiedad como un trastorno
Es importante diferenciar entre la ansiedad como emoción y la ansiedad como trastorno. La ansiedad emocional es una respuesta temporal y controlada; por ejemplo, antes de una entrevista de trabajo, es normal sentirse ansioso y en alerta. Sin embargo, cuando esa sensación se mantiene de forma intensa y persistente sin un estímulo concreto que la desencadene, hablamos de un trastorno de ansiedad, una condición que altera el bienestar y el funcionamiento de la persona (American Psychiatric Association, 2013).
Factores que contribuyen a la ansiedad
Existen múltiples factores que influyen en el desarrollo de la ansiedad, se pueden clasificar en tres categorías principales:
1. Factores Biológicos:
La predisposición genética juega un papel clave. Las investigaciones han encontrado que algunas personas son más susceptibles de experimentar ansiedad debido a su herencia genética (Shin & Liberzon, 2010, p. 94). Además, se ha observado que ciertos neurotransmisores, como el ácido gamma-aminobutírico (GABA) y la serotonina, intervienen en la regulación de la ansiedad. Un desequilibrio en estos neurotransmisores puede dificultar la capacidad de la persona para controlar la ansiedad, lo que aumenta el riesgo de desarrollar un trastorno (Millan, 2003, p. 235).
2. Factores Psicológicos:
La personalidad también influye en la ansiedad. Las personas con un estilo de pensamiento pesimista o perfeccionista suelen ser más propensas a experimentar ansiedad. La percepción que tienen los lleva a interpretar situaciones de forma catastrófica o sienten la necesidad de mantener un control excesivo sobre las circunstancias, esto dos factores aumentan que se contribuya a la aparición de un trastorno de ansiedad (Craske et al., 2017).
3. Factores Ambientales:
Los eventos estresantes o traumáticos, como puede ser la pérdida de un ser querido, experimentar el estrés laboral, o vivir experiencias de abuso, también juegan un papel significativo. La exposición constante a situaciones de alto estrés puede activar el sistema de respuesta al estrés en el cerebro, aumentando el riesgo en la persona de desarrollar síntomas de ansiedad crónica (Chrousos, 2009).
Síntomas de la ansiedad
Los síntomas de la ansiedad pueden dividirse en tres tipos: físicos, cognitivos y emocionales.
Síntomas físicos: Incluyen aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores, tensión muscular, y dificultades para respirar. Estos síntomas son el resultado de la activación del sistema nervioso simpático, que prepara al cuerpo para responder ante una amenaza percibida (American Psychiatric Association, 2013).
Síntomas cognitivos: Suelen presentarse como pensamientos recurrentes de preocupación, miedo e incertidumbre al futuro o sentir la sensación de que algo malo va a suceder. Esta «rumiación» mental refuerza la ansiedad y la dificultad de que la persona pueda concentrarse en actividades cotidianas (Hofmann et al., 2012).
Síntomas emocionales: Incluyen irritabilidad, dificultad para relajarse, y sentir sensación de agobio constante. Estos síntomas afectan el bienestar emocional y pueden dificultar las relaciones interpersonales y la capacidad de disfrutar actividades placenteras (Bandelow & Michaelis, 2015)
Aspectos Neurobiológicos
Las investigaciones neurobiológicas han identificado la existencia de varios circuitos cerebrales implicados en el desarrollo de la ansiedad, principalmente el sistema límbico, que incluye la amígdala y el hipocampo. La hiperactividad en la amígdala y una respuesta anómala en el córtex prefrontal parecen estar relacionadas con la percepción aumentada de amenaza y la dificultad para regular emociones, lo que contribuye a la persistencia de los síntomas ansiosos (Shin y Liberzon, 2010). Además, se ha identificado una alteración en los neurotransmisores, particularmente en el ácido gamma-aminobutírico (GABA) y la serotonina, que intervienen en la regulación de la ansiedad (Millan, 2003).
Impacto en la Salud
Los efectos de la ansiedad en el organismo no solo se limitan a los síntomas psicológicos. La ansiedad crónica ha sido asociada con enfermedades físicas como hipertensión, problemas gastrointestinales y trastornos inmunológicos, probablemente debido a la activación sostenida del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA) (Chrousos, 2009). Asimismo, la ansiedad va a tener un fuerte impacto en el rendimiento laboral y académico, en la vida social y en la calidad de vida en general (Bandelow & Michaelis, 2015).
Enfoques Terapéuticos
1. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
La TCC es considerada el «estándar de oro» en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Este enfoque facilita a los pacientes a identificar y modificar patrones de pensamiento y comportamiento desadaptativos que mantienen la ansiedad (Hofmann et al., 2012). Mediante técnicas como la reestructuración cognitiva y la exposición gradual, se busca que el paciente enfrente sus temores de manera controlada, gestionando y reduciendo la respuesta de ansiedad con el tiempo.
2. Mindfulness y Terapias Basadas en la Aceptación
Este formato alternativo de terapias promueven una relación diferente con la ansiedad, enseñando a los pacientes a observar sus pensamientos y emociones sin juzgarlos ni evitarlos. Se ha encontrado que el mindfulness reduce significativamente los niveles de ansiedad y estrés, mejorando la regulación emocional y el bienestar general (Kabat-Zinn, 2003; Hayes et al., 2006).
3. Tratamiento Farmacológico
En casos de ansiedad severa, el tratamiento farmacológico puede complementarse con la terapia psicológica. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y las benzodiazepinas son fármacos comúnmente prescritos, aunque estos últimos se recomiendan sólo para uso a corto plazo debido a los riesgos de dependencia que pueden provocar como síntoma adverso (Baldwin et al., 2014).
Conclusión
La ansiedad, cuando se presenta en niveles muy elevados, constantes,persistentes en el tiempo, constituye un desafío considerable para el individuo. La importancia de plantear un abordaje interdisciplinario que combine la intervención psicoterapéutica y, en algunos casos, farmacológica, es de suma importancia para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. La investigación en curso continúa profundizando en la comprensión de la ansiedad y en el desarrollo de tratamientos cada vez más específicos y efectivos.
REFERENCIAS
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). American Psychiatric Publishing.
Baldwin, D. S., Anderson, I. M., Nutt, D. J., Bandelow, B., Bond, A., Davidson, J. R. T., … & Wittchen, H. U. (2014). Evidence-based pharmacological treatment of anxiety disorders, post-traumatic stress disorder and obsessive-compulsive disorder: A revision of the 2005 guidelines from the British Association for Psychopharmacology. Journal of Psychopharmacology, 28(5), 403-439. https://doi.org/10.1177/0269881114525674
Bandelow, B., & Michaelis, S. (2015). Epidemiology of anxiety disorders in the 21st century. Dialogues in Clinical Neuroscience, 17(3), 327-335.
Chrousos, G. P. (2009). Stress and disorders of the stress system. Nature Reviews Endocrinology, 5(7), 374-381. https://doi.org/10.1038/nrendo.2009.106
Craske, M. G., Stein, M. B., Eley, T. C., Milad, M. R., Holmes, A., Rapee, R. M., & Wittchen, H. U. (2017). Anxiety disorders. Nature Reviews Disease Primers, 3(1), 1-18. https://doi.org/10.1038/nrdp.2017.24
Hayes, S. C., Luoma, J. B., Bond, F. W., Masuda, A., & Lillis, J. (2006). Acceptance and commitment therapy: Model, processes and outcomes. Behaviour Research and Therapy, 44(1), 1-25. https://doi.org/10.1016/j.brat.2005.06.006
Hofmann, S. G., Asnaani, A., Vonk, I. J., Sawyer, A. T., & Fang, A. (2012). The efficacy of cognitive behavioral therapy: A review of meta-analyses. Cognitive Therapy and Research, 36(5), 427-440. https://doi.org/10.1007/s10608-012-9476-1
Kabat-Zinn, J. (2003). Mindfulness-based interventions in context: Past, present, and future. Clinical Psychology: Science and Practice, 10(2), 144-156. https://doi.org/10.1093/clipsy/bpg016
Millan, M. J. (2003). The neurobiology and control of anxious states. Progress in Neurobiology, 70(2), 83-244. https://doi.org/10.1016/S0301-0082(03)00087-X
Shin, L. M., & Liberzon, I. (2010). The neurocircuitry of fear, stress, and anxiety disorders. Neuropsychopharmacology, 35(1), 169-191. https://doi.org/10.1038/npp.2009.83
Stein, M. B., & Sareen, J. (2017). Clinical practice. Generalized anxiety disorder. New England Journal of Medicine, 373(21), 2059-2068. https://doi.org/10.1056/NEJMcp1613519
El contenido ha sido redactado con fines divulgativos, en ningún caso puede sustituir la valoración de un profesional. El artículo ha sido revisado por el equipo de redacción clínica.
Escrito por: Jéssica Montoya Berenguel (Especialista en Gestión Emocional y Resolución de Conflictos)
Revisado por: Emilia Écija – A012817